DE PROFUNDIS
por Amanda Mauri
Si el paraíso es un lugar, ¿dónde está? Si es una idea, ¿cómo expresarla? Si es un recuerdo, ¿qué hacer con la ausencia?
Uno de los rincones más remotos del planeta ocupa la Sala Miralls del Gran Teatre del Liceu. La imagen muestra un paisaje sobrecogedor: un gran lago horadando la vastedad de la selva en medio de la nada. ¿Tal vez una suerte de paraíso? ¿Un retorno a la omnipotencia de la naturaleza? ¿Un presagio? ¿Una utopía? La fotografía cuelga del techo, como una bóveda de plomo que se cierne sobre el lugar. Justo debajo de esta, en el suelo, un espejo redondo. Para contemplar la imagen superior, hay que hacer un gesto paradójico: debemos alejarnos para acercarnos, mirar en dirección opuesta, asomarnos al precipicio de nuestra consciencia. A veces, lo visible se manifiesta en un desplazamiento. Y, también a veces, necesitamos mirar a través nuestro para encontrar una imagen de lo que desconocemos.
En De profundis, el artista y fotógrafo Jordi Bernadó plantea una reflexión sobre la distancia y el reconocimiento. Marcel Proust afirmaba que el único paraíso es aquel que hemos perdido. Bernadó viaja en busca de una imagen que muestre esa pérdida, una imagen del lugar más oscuro y desconocido que alcanza su mirada. Llega a Lac Télé, en República del Congo, uno de los lagos más aislados y enigmáticos del mundo. Apenas existen fotografías ni testimonios, el lugar está revestido de un aura de misterio y augurio, cargado de leyendas, criaturas fantásticas y maldiciones. Su agua, que desde el cielo ofrece un reflejo límpido, es en realidad oscura, teñida de minerales y residuos.
De profundis es un descenso a las turbias aguas del inconsciente, a los territorios remotos de uno mismo, de la memoria y del deseo. Aquí es donde empieza el paraíso, en nuestra percepción. Dónde acaba o hasta dónde llega no puede saberse con certeza: su horizonte muta, se desplaza. Cada vez que creemos acercarnos, se aleja.
De profundis es una narración visual contada a varias voces. Los susurros del abismo se abren paso desde la fotografía, pero sus reverberaciones son infinitas. El reflejo del suelo, los espejos que decoran la sala, las miradas de quienes acuden a ver la pieza. Esta multiplicación de interpretaciones y puntos de vista es una línea importante en el corpus artístico de Bernadó. Su obra explora las relaciones entre la identidad y el espacio, los límites de la realidad y las ambivalencias de la representación. Conjuga sensibilidades estéticas y conceptuales con una mirada a la vez analítica y evocadora. Sus fotografías son elocuentes, si bien nunca dicen sólo aquello que parecen decir. En De profundis, el significado de la fotografía está atravesado por una interrupción necesaria: la de la mirada ajena. Bernadó nos muestra que no hay verdad sin percepción, ni imagen sin reflejo, ni abismo sin proximidad.
Este proyecto ha sido posible gracias a la invitación del Gran Teatre del Liceu en su programa Liceu de les Arts y a la inestimable ayuda de la Wildlife Conservation Society y su Congo Programme.
by Amanda Mauri
If Paradise is a place, where is it? If it is an idea, how to express it? If it is a memory, what to do with its absence?
One of the most remote places on the planet can be found in the Sala Miralls of the Gran Teatre del Liceu. The image shows a breathtaking landscape: a large lake piercing through the vastness of the jungle, in the middle of nowhere. Is it perhaps a sort of Paradise? A return to the omnipotence of nature? An omen? A utopia? The photograph hangs from the ceiling, like an imaginary vault, dark grey, made of lead, looming over the place. Just below it, on the floor, a round mirror. A paradoxical move is needed in order to contemplate the image: we must move away to get closer, transpose our gaze, lean out and look down the abyss of our own consciousness. Sometimes the visible becomes present through displacement. And sometimes the unknown lies within ourselves: we may find it in our own reflection.
In De profundis, the artist and photographer Jordi Bernadó reflects on distance and recognition. Marcel Proust once wrote that Paradise is always a lost condition. Bernadó travels in search of an image of such a loss; an image of the darkest, most unknown place his gaze can reach. He arrives at Lac Télé, in the Republic of Congo, one of the most isolated and enigmatic lakes in the world. There are hardly any photographs or testimonies, the place is shrouded in an aura of mysticism, laden with legends, fantastic creatures and mysterious curses. Its water, which from the sky offers a limpid reflection, is in fact dark, coloured with minerals and debris.
De profundis is a descent into the murky waters of the unconscious, into the remote territories of the Self, of memory and desire. That is where Paradise begins, in our perception. Where it ends or how far it goes cannot be known with certainty: its horizon mutates, shifts. Every time we think we are approaching it, it moves away.
De profundis is a visual narrative told in several voices. The whispers of the abyss emerge from the photograph, but their reverberations are infinite: the reflection on the floor, the mirrors that decorate the room, the gazes of those who come to see the piece. This multiplication of interpretations and points of view is an important feature in Bernadó's artistic corpus. His work explores the relationships between identity and space, the limits of reality, and the ambivalence of representation. He combines aesthetic and conceptual sensibilities with a gaze that is both analytical and evocative. His photographs are eloquent, although they never say only what they seem to say. In De profundis, the meaning of the photograph is traversed by a necessary interruption: the gaze of otherness. Bernadó shows us that there is no truth without perception, no image without reflection, no abyss without proximity.
This project has been possible thanks to the invitation of Liceu de les Arts by Gran Teatre del Liceu from Barcelona and the collaboration of the Congo Programme by Wildlife Conservation Society.