Gibraltar
Por Santiago B. Olmo, comisario. Fragmento del texto aparecido en el libro Gibraltar.
(…) Jordi Bernadó va a emprender un trabajo de carácter documental del territorio del Peñón, asignando a los números la función de transmutar la topografía en escenas o en referencias icónicas singulares.
“En el transcurso de la búsqueda de los números que aparecen en las fotografías del álbum” —comenta el fotógrafo— “empiezan a ocurrir cosas extrañas: de repente mientras voy caminando por un bosque estoy a punto de pisar a un soldado escondido entre la hierba y tendido en el suelo y apuntando hacia algún punto con una metralleta. Apenas tengo tiempo de pedir disculpas, mientras me doy cuenta de que me he colado involuntariamente en el espacio de unas maniobras o ejercicios militares, y descubro a mi alrededor a otros soldados con casco y metralletas en ristre.
Me doy cuenta de que estoy trabajando como un documentalista clásico pero sumergido en el absurdo.
En otra ocasión, con el fondo de un espacio militarizado, en una plaza fuerte inexpugnable, en las crestas del Peñón, mientras los turistas tomaban fotos de las vistas panorámicas, un grupo de monos me rodeó y me atacó, quizá alarmados por el equipo fotográfico o molestos por la intrusión. Tengo un vídeo en el que se ve cómo caen el trípode y la cámara mientras trato de quitármelos de encima”.
El proyecto resume más una deriva que un recorrido articulado. Partiendo desde un “mapa” del siglo xix, que son las fotografías del álbum, Jordi Bernadó reconstruye la memoria de la mirada actual, en la que pesa más el reconocimiento que el descubrimiento. Su objetivo parece justamente situarse en la necesidad de una nueva definición de ambas actitudes desde la fricción.
Trabaja al modo de un fotógrafo del siglo xix, pero asumiendo una memoria y una tradición de mirada que permite otra complejidad: “Utilizo el mismo procedimiento de trabajo del documentalista clásico, cámara de placa, trapo negro, siempre la misma óptica, y con una mirada lenta. Como actitud mantengo siempre la misma cámara y la misma óptica de gran angular, tanto para paisajes como para retratos, aunque puede cambiar el chasis”.
El objetivo del proyecto no era tanto establecer una documentación del territorio de Gibraltar, trazando una nueva topografía que reflejara el paso del tiempo y de los acontecimientos, como establecer un diálogo con la mirada del siglo XIX reinterpretando la memoria visual de la fotografía. (…)
Written by Santiago B. Olmo, curator. Excerpt from the text published on the book Gibraltar.
(…) Jordi Bernadó is going to undertake a documentary work on the territory of Peñón, ascribing to the numbers the function of transmuting the topography into scenes or singular iconic references.
“In the course of the search for the numbers that appear in the photographs in the album," the photographer comments, "strange things start to happen: suddenly, while walking through a forest, I find myself almost stepping on a soldier who is hidden in the grass and lying on the ground, pointing a machine gun in some direction. I barely have time to apologise, as I realise that I have inadvertently trespassed into the space of a military manoeuvre, and discover other soldiers around me with helmets and machine guns at the ready.
I realise that I am working like a classic documentary filmmaker but immersed in the absurd.
On another occasion, against the backdrop of a militarised space, in an impregnable stronghold, on the ridges of the Rock, while tourists were taking pictures of the panoramic views, a group of monkeys surrounded me and attacked me, perhaps alarmed by the photographic equipment or annoyed by the intrusion. I have a video of them falling off my tripod and camera as I try to shake them off”.
The project sums up more of a drift than an articulated route. Starting from a “map” of the 19th century, which are the photographs in the album, Jordi Bernadó reconstructs the memory of the current gaze, in which recognition weighs more than discovery. His aim seems to lie precisely in the need for a new definition of both attitudes based on friction.
He works in the manner of a nineteenth-century photographer, but with a memory and a visual tradition that allows for a new form of complexity: “I use the same work procedure as the classic documentary photographer, plate camera, black cloth, always the same optics, and a slow gaze. As an attitude, I always keep the same camera and the same wide-angle lens, both for landscapes and portraits, although the frame may change”.
The aim of the project was not so much to establish a documentation of the territory of Gibraltar, tracing a new topography that would reflect the passage of time and events, as to establish a dialogue with the gaze of the 19th century by reinterpreting the visual memory of photography. (…)